La
conquista del fuego representa para el hombre el primero de sus grandes avances
como especie. En el Malestar de la
cultura (1930), Freud afirma que el dominio del fuego representa un acto
sin precedentes, pues el hombre primitivo por mero instinto extinguía las
llamas con su pipí. El primer homínido que decide revelarse contra su propia
naturaleza y utilizar el fuego a su voluntad, es quien finalmente inclina la
balanza de la evolución y da nacimiento a lo que llamamos cultura. Creo que para
que nuestra organización no se muera y podamos evolucionar como cuerpo social
es necesario que controlemos el fuego y nuestros instintos. El fuego interno
que nos mueve como actores políticos, los instintos básicos de querer cambiar
esto, ciegamente.
La palabra
fuego proviene del latín focus que designa
el sitio donde se calentaba y cocinaba para la familia. De ahí que entender el
fuego que nos enciende, nos permita fijar nuestro “hogar”, que proviene de la
misma raíz. Un fuego común es la mejor manera de mantener un hogar común. ¿Nos
mueven intereses personales y subjetivos o existen visiones de mundo que nos
permiten dejar nuestras individualidades de lado? ¿Los conflictos, roces o
entreveros entre los integrantes del MUD San Antonio son diferencias
ideológicas irreconciliables o solo se reducen a temas de personalidad o
estados de ánimo pasajeros? Entender esto y pedir disculpas, entender esto y
dejar las diferencias de lado ayudará a que nuestro fuego no se salga de
control.
Hoy es
tiempo de replegarse por que debemos controlar nuestros instintos y recargar la
llama debilitada por disputas políticas, cercos comunicacionales y los
fantasmas de años anteriores. Esto no comenzó el 2019. Para cambiar el sistema
educacional chileno hace falta más que 1 mes y medio de movilización. Se
necesitan décadas de coherencia. Recuerdo el 2006 y un grupo de pingüinos
tomándose colegios insignes en San Antonio, recuerdo el 2008 y el jarrazo de
María Música, el 2011 y la marcha de los paraguas, besatones y thriller por la
educación, el 2014 y el telefonazo a Gajardo, el 2016 y un grupo de estudiantes
simulando ser turistas y entrando a la fuerza en la moneda. La conmoción
docente tiene larga data y esta
movilización tiene un triunfo ínfimo pero indestructible: la consulta a las
bases se impuso como el mecanismo soberano de decisión del movimiento de
profesores, en algo así como el último intento en Chile de democracia
participativa.
Las ideas
sobreviven al frío de la intemperie, cualquiera que haya elegido esta profesión
lo sabe. Pero sin luz las ideas pierden el norte. El fuego no sólo sirve para
darnos calor sino que también para iluminarnos. De allí, por ejemplo, la
importancia del mito de Prometeo: un titán que desobedece a Zeus y roba el
fuego para el bien de la humanidad. Por este hecho acepta su castigo con
orgullo y es atado en el Cáucaso para que un águila se alimente de su hígado
cada día. Una metáfora que postula la rebeldía ante la autoridad como fórmula
para alcanzar un estadio superior. Conmoción en el Olimpo que provoca la
reacción de Zeus, conmoción en el MINEDUC y la reacción de la ministra. Si
hemos de iluminar el futuro y que esa luz en el horizonte no sea la venida de
un tren, es que una jornada como esta tenga el objetivo de mirarnos al espejo,
de ser implacablemente honestos, de regenerarnos como tejido social para seguir
caminando como lo hicimos durante la Marcha de las Luces, iluminando la
discusión a cara descubierta en el espacio público. Y sin olvidarnos nunca,
claro está, de Prometeo: porque aunque ganemos o perdamos en las próximas
elecciones, debemos cuidar el hígado. Aún quedan muchas luchas por venir.