sábado, 14 de julio de 2018

LA PERFORMANCIA DEL DOLOR: El verdugo anda suelto, un montaje colectivo de La menjunje lunática.


Entonces los sacerdotes tocaron las trompetas, y la gente gritó a voz en cuello, ante lo cual las murallas de Jericó se derrumbaron. El pueblo avanzó, sin ceder ni un centímetro, y tomó la ciudad. Mataron a filo de espada a todo hombre y mujer, joven y anciano. Lo mismo hicieron con las vacas, las ovejas y los burros; destruyeron todo lo que tuviera aliento de vida.
¡La ciudad entera quedó arrasada!
Josué 6: 20-21

Un llamado por las calles de Valparaíso. Un cortejo fúnebre nos invita a unirnos para deambular en conjunto, para conocer el puerto, capital del desastre, a través de los sentidos: un recorrido de aromas pútridos, de arquitectura amenazante entre el carnaval de los oficios de clase baja y un grupo de cadáveres unidos por las tripas, al ritmo de las trompetas y las tubas de Jericó. El sonido de los bronces destruye murallas y la cuarta pared, nos saca de la comodidad y afecta al espectador que transita en este descenso a los infiernos. Esa es la gran virtud del montaje callejero El verdugo anda suelto (2018), interpelar y conmover a quien se integra en la atmósfera de la obra.
Una puesta en escena itinerante dirigida por el joven Ariel Osorio, que en esta ocasión intervino la estructura del renovado Mercado Puerto. Un tránsito mortuorio en un barrio apocalíptico con olor a azufre y bigoteado. Al ingresar al edificio debimos ocupar las escalas y dar inicio al rito, desde arriba: las perspectivas, la coordinación y el tacto se conjugaban en la acción. La energía que se imprime en la ejecución de El verdugo es el fiel reflejo de su organización como cuerpo social surgido en instancias de emergencia, arquitectónica, urbana y cultural. Por un lado, un Valparaíso que pretende escapar de la decadencia y el exceso. Por otro lado, una performance de excesivo simbolismo en torno al resentimiento y a la hermanación que produce el abuso entre los abusados.



La inclusión de La esquina tinta (2016) como verdaderos narradores de la obra produce ese efecto de “rapsodización” que postula Sarrazac pero con intenciones didácticas, porque delante de una codificación claramente ideológica del montaje, luce una puesta en escena cercana para el espectador y transeúnte promedio. Es finalmente el dictador alegórico que se mueve por la obra quien orquesta y condiciona nuestra memoria histórica para que tomemos posición política en ausencia de butacas. De estatura napoleónica pero tan severo como Pinochet, con el patetismo piñeresco en un país de himno desafinado. El episodio bíblico de “Las trompetas de Jericó” parece dialogar con El verdugo. Nos demuestra que ni discurso oficial, ni el proyecto fallido de país desarrollado puede derrotar el convencimiento de quienes esperan con paciencia su turno.

domingo, 8 de julio de 2018

Derridadá

Ahora que la deconstrucción se puso de moda es necesario ponerse en sintonía. La deconstrucción basa su proyecto filosófico en el cuestionamiento de la epistemología clásica. Eso significa que la gran mayoría de las ideas y discursos en que se ha basado nuestra civilización y avance del hombre son acusados de metafísicos. No es de extrañar entonces que la crítica de Jacques Derrida comience por cuestionar la Geometría. Esta disciplina resulta modélica para entender el objetivo la deconstrucción ¿Es de fiar el conocimiento que existe más allá de lo físico y no puede ser intuído concientemente? ¿Existe un reino de verdades absolutas? Para la filosofía occidental la respuesta es clara y Dios aparece como el principal personaje de nuestras ficciones absolutas. La productividad y la certeza permiten que siga girando la rueda de la fortuna. Quien en su sano juicio podria negarse a la economía y al desarrollo científico. Sin embargo, ambas disciplinas guían nuestra vida con el constante peligro de ser refutadas por otras certezas más funcionales en el futuro. El giro copernicano siempre nos sorprende en esta rueda de la fortuna.
No es de extrañar, entonces, la caricatura a la que ha sido sometida la decontrucción. Mucho más si se asocia a la lucha de reivindicación histórica de la mujer. El que ignora las relaciones de poder que dependen de tu sexo es porque no ha salido a la calle. Mucho más si tu identidad no coincide con tu sexo. Mucho más cuando la reflexión filosófica en sí no ocupa nuestro tiempo. Parece absurdo, finalmente, cuestionar lo que asumimos como cierto y que las conclusiones que se arrojan, en esta reducción bastante efectista que acabo de realizar, son en su mayoría incómodas y poco operativas para la vida cotidiana. El punto de inflexión, me parece, es salir de la cárcel del discurso para "volver a las cosas mismas", escapar un momento del registro simbólico y centrarnos en el registro real el mayor tiempo posible. 
Creo que el hombre deconstruído, esa especie de reiterpretación de "El hombre nuevo", es aquel que logra estar a la altura de los tiempos que corren. No hablo del progresismo y su intención mercantilizadora de la ignorancia, no hablo de feministos culpógenos obnubilados frente a la moda hembrista. Hablo de escapar a los puritanismos y esencialismos. Si tuviese que buscar algún culpable para este estado de atontamiento sería la Iglesia y el miedo del hombre para asumir su condición de indigencia ante el mundo, inventado amigos imaginarios y reglas arbitrarias para poder pisar firme.
Aquellos que nacimos en las huestes de la izquierda y logramos pasar de un pensamiento de reacción a uno de acción, nos pasa lo mismo con nuestra cualidad de "hombres". El hombre y la mujer se hacen y no nacen. El pene y la vagina no justifican nada y si no somos capaces de hacer la crítica a los conceptos fundadores de nuestra identidad, no hay deconstrucción posible. Es la hora de dar el paso más allá de una guerra de sexos discotequera, donde lo importante es superar al otro bando y hacer justicia simbólica. Hay que poner en evidencia conductas, ideas y prejuicios naturalizados por todos, todas, todes o como haya que incluir a quienes quieran cambiar el estado de las cosas. 

lunes, 30 de abril de 2018

ME COMPRÉ UN TECLADO NUEVO

Una sola será mi lucha 
 mi triunfo; 
Encontrar la palabra escondida 
aquella vez de nuestro pacto secreto 
a pocos días de terminar la infancia. 

S.D.V.



Con el tiempo se caen los dientes. Las teclas del piano con que escribo no escatiman gastos y pierden los estribos. Recuerdo el teclado de mi madre, letras forjadas con hierro y grasa en su máquina de escribir. Marcaba resoluciones como se marca al ganado. Escribía punzando las palabras con sus dedos índices. Recuerdo el teclado de un paco en la comisaría una vez que me detuvieron. Sus falanges contra mi dignidad: un joven profesional con un yeso en la pierna, recorriendo valpo en estado de ebriedad, rebotando entre las sirenas del puerto.
Luego de comprar mi nuevo teclado, un hombre me quiso asaltar. O bueno, esa fue su manera de saludarme. Me siguió por la calle y cuando advertí que estaba abriendo mi mochila, lo reconocí: Omar Alarcón, alias "Tripa seca", viejo amigo de San Antonio. Me aborda con la intención de contarme una historia, de fumar marihuana en pleno centro de Viña del Mar, mientras vende joyas y aros de fantasía. Las señoras se detienen frente a la mercancía y me sonríen como si supieran que llevo el teclado que pintará sus gestos de monas lisas.
Los últimos dos teclados murieron en la guerra. Uno de ellos no recuerdo si se lo arrojé a alguien o lo culpé por mi falta de memoria. Lo cierto es que feneció pulverizado en un arrebato. El último que tuve -el del notebook- absorbió la cerveza derramada y está en coma etílico hace un par de años.

Vndo un tclado qu l falta una tcla!
Intrsados vía mail

lunes, 19 de febrero de 2018

EL ÚLTIMO ESCRITOR ANALÓGICO

 Ahora que la poesía se puso de moda salen los parrásitos y se hacen un festín. El día en que murió Parra me desayuné con el deceso en Puerto Montt, mientras la radio anunciaba el gabinete de Piñera. Este pidió un minuto de silencio por Nicanor Parraguez, hijo ilustre de Loncoche, zapatero, muerto hace muchos años. Un mal chiste de Piñera. El antipoeta muere a los 103 y la gerontocracia chilena, nos trae a los mismos viejos en ministerios añejos. Paradójico. La democracia funciona pero le hace falta aceite.

La ciudad de Puerto Montt ha mejorado su semblante. La recordaba mas sombría. Quizás era yo el que estaba más triste.  Tiene 4 colinas que suben progresivamente desde la costa al cerro, como Valpo pero mas pequeño (y sin pichí ni poetas). Pero la crudeza del puerto se conserva en toda la costa chilena. Uno de sus miradores más enigmáticos "Paola Vega" lleva el nombre de una profesora asesinada el 2014 luego de un robo realizado por un joven antisocial analfabeto, condenado a cadena perpetua. Para el mochilero y el delincuente la necesidad tiene cara de hereje. Acá, a diferencia de Chiloé, han cedido su espacio natural hacia una modernidad poco armónica. Han exportado costaneras centers para que la gente se siga arrojando al vacío, para ocultar la belleza de su costa bajo una alfombra de concreto. En el archipiélago chilote pelearon casi 3 años por un mall de madera y lo consiguieron. Una batalla ganada en esta guerra del progreso.

Finalmente desde Quellón me vine a Puerto Cisnes. A lo choro, a lo Chono. Un navío de más de 12 horas. La sensación de estancamiento en pleno mar, sin tierra a la vista, tras mucho tiempo de viaje, me desespera. Pienso en los españoles y su locura en el centro del océano antes de descubrirnos. De inventar América. Llego a la costa y descubro el lugar. Más bien invento una manera de sobrevivir esa noche.
Hoy recorrí un camping y conocí a un escritor joven. Dice no tener pretensiones literarias. Dice escribir su camino de autoconocimiento. Me pregunto si conocerá la Obra de Parra.

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