martes, 30 de agosto de 2016

Anarquismo y Poesía (Herbert Read)

Aunque ello pueda parecer fuera de razón a quienes estén ajenos al quehacer poético, el poeta exige un tipo de sociedad en el que el recogimiento, el retiro, sea un derecho natural. Exige la posibilidad de meterse entre la muchedumbre y salir de ella con la misma facilidad con que entra y sale de su casa. Acusa al mundo moderno de haber invadido su rincón de soledad, de haberlo llenado de preocupaciones y de rumores, de haber introducido en él la política y las guerras totalitarias. En consecuencia, el poeta se ve obligado a exigir, -por razones poéticas-, que se transforme el mundo. Y no cabe afirmar que tal exigencia sea desmedida: constituye la condición primera de su existencia en cuanto poeta.
Los cambios prometidos por los partidos políticos existentes no ejercen atracción alguna sobre él, pues no le garantizan la ansiada y necesaria soledad. Tales cambios suponen la aplicación de un contrato social mas exigente y la entrega de la libertad individual: capitulación ante las opiniones y las normas de la masa. Para que la poesía vuelva a ser algo mas que "expresión del yo", la vida social deberá encauzarse por rumbo contrario; es decir, que el poder político deberá distribuirse y fraccionarse en unidades tangibles, en escala humana. La responsabilidad concerniente a la dirección de la economía debe recaer en los trabajadores; el poder financiero divorciado de la producción deberá ser excluido de la sociedad; se reconocerá en el trabajo productivo la realidad fundamental y como tal se le ha de honrar.
Shelley decía de ellos - eligiendo con mucho acierto el calificativo - que son los legisladores _ignorados_ del mundo. El elemento catalizador permanece incambiado, no se deja absorber; por lo tanto, no se reconoce su actividad. Resulta muy difícil para el artista aceptar en el seno de la sociedad esta tarea, que no le comporta agradecimiento alguno: mantenerse aparte y, sin embargo, actuar como intermediario; comunicar a la sociedad algo que le es tan esencial como el pan y el agua y, sin embargo, poder hacerlo solo desde una posición de aislamiento y desapego. La sociedad nunca llegara a comprender y amar al artista, porque nunca llegara a estimar su indiferencia, su así llamada objetividad. Mas el artista debe aprender a amar y comprender a la sociedad que lo rechaza. Debe aceptar tan dura experiencia y apurar, como Sócrates, la copa mortal.

Por todas estas razones, el poeta debe ser anarquista: no le queda otro recurso. Podrá contemporizar con el liberalismo, con la socialdemocracia, con el socialismo estatal; en las épocas de paz es posible persuadir a estos sistemas políticos de que patrocinen la cultura, e incluso la poesía. Pero no son capaces de garantizar la actividad creadora del poeta. No pueden admitir que sus ciudadanos se den al retiro, a la sociedad, pues ello equivale a apartarse del contrato social, a negar el principio del colectivismo. Es la dura lección que han debido aprender los poetas que pusieron su fe en profetas no poéticos, como Marx, Lenin, Stalin. Los poetas no deben abandonar sus filas en pos de una línea de acción partidaria, pues en la poesía tienen la política que les es propia. 

viernes, 22 de julio de 2016

JULIO TERMINA EN JULIO

Pero ¿qué son la verdad religiosa de la que no puede dudarse, la majestad (la del pueblo, por ejemplo), que no puede sacudirse sin lesa majestad, la virtud, a la que el censor de la moralidad no tolera el menor ataque? ¿No son otras tantas ideas obsesivas? ¿Y qué es, por ejemplo, ese desatinar que llena la mayor parte de nuestros periódicos, sino el lenguaje de locos, a quienes hechiza una idea obsesiva de legalidad, de moralidad, de cristianismo, locos que no parecen estar libres más que por la magnitud del patio en que tienen sus recreos? Tratad de convencer a tal loco acerca de su manía e inmediatamente tendréis que proteger vuestro espinazo contra su maldad; porque esos locos de grandes alas tienen, además, esa semejanza con las gentes declaradas locas en debida forma: se arrojan rencorosamente sobre cualquiera que roce su obsesión. 

Max Stirner - El único y su propiedad (1845) 

Volver a Valparaíso. Por obligación y no por compromiso. O bueno, en realidad sí. Por compromiso conmigo mismo no con la ciudad. Los compromisos implican entrega y yo no dejaría mucho por esta ciudad que me ha quitado tanto: sus instituciones me domesticaron, me quitaron las neuronas y los pulmones. Me quitaron el instinto y mucho de lucidez. Por ende, no podría ser un compromiso volver de manera definitiva pero aquí estoy. La necedad y la necesidad de dinero. El deber de continuar estudios de posgrado y la ilusión de buscar otros aires.
Un día y de un momento a otro un amigo se suicida (o lo suicidan, pero eso ya es harina de otro costal). Digamos que mi amigo desaparece de la existencia humana de manera radical, aunque el recuerdo contradice a la muerte. Más bien habría que decir que Gonzalo hace un paréntesis y elabora una ficción inconsciente. Lo despedimos los vivos, o quienes pensamos que la vida se reduce a la respiración y a la risa. De ahí en más todo se vuelve absurdo y Valparaíso termina por servirme de guarida, de embajada para el desquicio. Las drogas abundan y son excelente mercado. Necesito pagar $700.000 y por suerte los pagué. Si Chile fuese una paisaje civilizado, la despenalización sería una realidad y discutiríamos sobre calidad o cobertura. Pero no. El negocio de la moral y la ilegalidad es más fuerte. La decepción y la adicción también y Gonzalo toma un atajo, desaparece con otro truco de magia y nos tiene a todos como estúpidos resolviendo su incógnita.
¿Por qué seguir? o más bien  ¿Para qué seguir nadando contra la corriente? La oportunista teleología cobra importancia en períodos de crisis. Yo decido salir a flote, rimar para remar, seguir las consecuencias de mis acciones, una dirección propia guiada por mi instinto. Las crisis de fe invade la ciudad y la salvación se oferta como droga dura en la plaza.
¿Por qué levantarme si en la noche debo volver a acostarme? La trascendencia me mira por la ventana entreabierta que da hacia la calle. Se ríe y me interpela: ¿Qué pasó con el ateismo? Dicen que no existen ateos en las trincheras. Yo solo pienso que nunca dejé de creer y que por lo demás, nadie llega por coincidencia a una trinchera. Mi agnosticismo en ciernes responde que sí, que sigo siendo ateo aunque a esta altura poco importa. Y no solo porque Nietzsche es nuestro asesino favorito sino que por absoluto convencimiento de mí mismo. De ese compromiso conmigo mismo que me hizo volver Valparaíso, esta ciudad ureálica, que me hace desestimar la superioridad, la perfección y la omnipotencia de un Dios. Ese tipo ya no me importa. Fue a comprar cigarros y aún no regresa. Dicen que mi amigo Gonzalo salió trás él y llevaba un arma bajo la manga.

Por lo pronto, la ciudad sigue hediendo. Valporro y todas sus especias.


viernes, 24 de junio de 2016

COLUMNA DEL REPARADOR DE PERSONAL ESTEREOS


"Tal vez fueran siete tigres. Pero me parece que sólo eran seis. Y difícilmente hubiéramos podido los seis ser algo en el año 2000 pues por entonces Rodrigo Lira, el mejor, ya se había suicidado y llevaba varios años pudriéndose en algún cementerio o sus cenizas volando confundidas con las demás inmundicias de Santiago. Más que de tigres hubiera debido hablar de gatos. Bertoni, hasta donde sé, es una especie de hippie que vive a orillas del mar recolectando conchas y cochayuyos.  Maquieira leyó con cuidado la antología de poesía norteamericana de Cardenal y Coronel Urtecho, después publicó dos libros y se dedicó a beber. Gonzalo Muñoz se perdió en México, me dijeron, pero no como el cónsul de Lowry sino como ejecutivo de una empresa de publicidad. Martínez leyó con atención el Duchamp des cygnesy luego se murió"


Encuentro con Enrique Lihn – Roberto Bolaño



            Si algún tesista, en un futuro no muy lejano, se propusiera realizar un estudio sobre los medios de comunicación y recogiera la tesis de Lihn sobre "los 6 tigres" en torno a la televisión chilena, el Dandy, Juan Cristóbal Foxley debería estar entre ellos. Claramente don Francisco, Felipe Avello y Bonvallet estarían antes, como Lira, Bolaño y Bertoni están antes que los demás poetas. Foxley sería como Jota Ele Martínez, un genio extinto prematuramente. En el caso de los tigres televisivos, no concibo un leivmotiv demasiado claro pero la subversión de los formatos sería unos de los factores. En tiempos de extinción del lenguaje televisivo, vale la pena discutirlo.
            Hace poco regalé una televisión. La regalé para expiar culpa de una culpa incierta, aquella culpa de algarabía y objetos rotos. Filo, la regalé. Mi reflexión comenzó con el sentimiento de pérdida de un objeto de culto. Para aquellos que la televisión fue un verdadero silabario y que añoran el aroma de un libro nuevo cada cierto tiempo es más que un fetichismo mercantil o artístico. Frente al PDF, frente al plasma y frente otras formas sofisticadas de representación de la realidad prefiero la espera del artefacto. Cuando Duchamp se reencarne sé que exhibirá una televisión en la sala de un campeonato de videojuegos japonés.
            Los recuerdos televisivos pertenecen a un registro cada vez más restringido. Un medio masivo que impulsó una nueva forma de ver la realidad, donde aprender a leer conductas e imágenes en la pantalla chica fueron las primeras evaluaciones. Delinear lo ficticio dentro de una realidad cuadriculada. Adoptar y desechar estereotipos, participar de la histeria colectiva televisada era un requisito de la adolescencia. Imágenes que hoy son prejuicios, fantasmas sobre la belleza, la violencia, la justicia y la solidaridad. Un cebo atrapatontos, para cerebros alimentados en una parrilla programática pobre.
            Es por eso que Juan Cristóbal Foxley representa para mí un personaje enigmático. Orate sobreexpuesto, aristócrata desdentado, Tom Sawyer paseando por las orillas del Mapocho, un lazarillo entre amos y directores crueles. Un tigre autocomplaciente pero instintivo, con apellido ministerial y gustos heteroflexibles. La reencarnación de Vicente Cuicobro en TV. Es posible que si el vate hubiese estado vivo habría pisado un set de farándula, tal como lo hizo con el cine. Quizás un análisis semiológico acabado del fenómeno Foxley pueda arrojar mayores certezas. Mi duda es ¿quiénes son los demás tigres de la manada?





viernes, 3 de junio de 2016

Cómo ser un gran estudiante

“La disciplina consiste en la totalidad de los controles totalitarios en el lugar de trabajo
supervisión, movimientos repetitivos, ritmos de trabajo impuestos,
 cuotas de producción, marcar tarjeta, etc.
La disciplina es lo que la fábrica, la oficina y la tienda comparten
con la cárcel, la escuela y el hospital psiquiátrico.”


Bob Black - La abolición del trabajo


       Pidieron la apertura de las Alamedas y lo único que obtuvieron fue la apertura de las cárceles. Como estudiantes saliendo de la Universidad, delicuentes, violadores, asesinos y amigos de lo ajeno corrieron por las calles en busca de libertad. Libertad en la propiedad privada, libertad en bolsillos ajenos, en cuerpos prohibidos. Licenciados del crimen que salen en búsqueda de una práctica profesional. Sean blancos o tostados, por hurto o por robo con intimidación la academia, y en especial la academia del conservadurismo criminal, se conforma con cumplir con la formalidad y no cree en los cambios. Ese gusto culiao de cagar donde se come, de asociar la pobreza con la falta de herramientas, de cantar al nihilismo del tonto útil. Finalmente, chorear no es el problema sino chorear por chorear, chorear con los ojos cerrados como huyendo de sí mismos: Robin Hood se vuelve culpógeno, barrabás se arrepiente de corazón y el Loco Pepe se sana con Pilar Sordo.
            Alguna vez existió un ex convicto que estudio en la UPLA. Hacía huelgas de hambre en la azotea y en la noche rompía el piso en “La Terraza” (Blanco #1285. Valparaíso). Pasaba a comer pizza  en Bellavista y maraqueaba en el Pan de azúcar. Eso decían o quizás lo acabo de inventar, pero lo que cierto es que había estado preso y no adelgazaba nunca el guatón huelguista. Se defendía bien con capucha y funcionaba bien su cahuín de la huelga, hay que admitirlo. Pero ese discursito antiinstitucional-purista-anarcoevangélicoide no me lo compro. Menos desde la UPLA, el hermano pobre de la Chile, la tía maraca de la familia CRUCH, U Pi El Ei la University que se vende al extranjero como playera y baño público del Roma.
            Sin embargo, mi uplita:

            ¿Es un paraíso fiscal? Chi lo é
                        ¿Es el centro del mercado negro de Playa Ancha? Chi lo é
                                    ¿Es la costa damnificada de ese tifón anual que llamamos PSU? Chi lo é

            Dicen que los científicos que apoyan la tesis de la Marea Roja se titularon acá. Se vendieron al mejor postor y nunca asumieron su prostitución. Repito el problema no está en robar o no robar, en venderse o no venderse, el problema -como diría Arjona- es ser material de los weones. Es reivindicar el proletariado quemando kioskos. Es creerse iluminado y terminar colgado como poste en la plaza pública, meado por los presos que salieron de noche para volver en la mañana a la celda.
            Más vivito con el terrorismo blanco, con ser blanco de las estadísticas, con dejar que las drogas terminen bacilándote. Es nuestra principal labor conquistar o confundir a los medios. Ese es el único punto que no es un punto medio. Hemos de encender la mecha de la dueña de casa, para encender al transeúnte con vocación de opinólogo y prender al incendio de votantes con el discernimiento de un zombie. A autoimponerse disciplina, criminales del discurso.
            “Y si crees que otros no se volvieron locos en habitaciones minúsculas/ como te está pasando a tí ahora/ sin mujeres/ sin comida/ sin esperanza…/ entonces no estás listo, toma más cerveza./ Hay tiempo/ y si no hay/ esta bien igual/”.

viernes, 22 de abril de 2016

Algoritmo de los números primos

Un viejo de apariencia formal pero con calcetas verdes. Un vanguardista o un adulto inmaduro, juzgó, leyendo los titulares de la esquina. Pareció reírse de la contingencia del sector 35 aunque más jocosa era la vista desde arriba. Un montón de casas pareadas pariendo ratas que se multiplican y aparean entre los tachos de basura.
El viejo siguió su camino y Eugenio compró el diario popular. La noticia de un femicidio llamó su atención. El descuartizamiento de una joven colombiana encendió su morbo: un celópata que troza a su polola y la desparrama a lo largo de la ciudad. Cuando llegara a su casa conseguiría fotografías forenses y algunas imágenes del femicida. Carnicero talentoso pero fallido productor de cine snuff. No había visión de futuro, ni sangre fría. La pasión que mueve estos actos sobrepasa al silencio. Los femicidas terminan vomitando su crimen públicamente en algo parecido a una declaración de amor. Esto último lo obsesionaba. No la muerte sino el amor y sus posibilidades. Nunca había tenido la menor posibilidad de tomar un cuchillo contra alguien, de coordinar una venganza, ni siquiera de dirigirle la palabra a una mujer atractiva pero la empatía con el encarcelado estaba allí. Será por ello que la primera vez que pudo dar el salto en la modernidad sexual, ese extraño paso de muñecas inflables a prostitutas, terminó hablando de amor y femicidio. Una prostituta con 20 años de servicio logró contactarlo a través de internet. Coincidencias del limbo virtual. Alguien dijo algo, él retrucó una imagen y ella envió una solicitud. Un retorcido sentido del humor los unió. La gran soledad de las esquinas de nuestra aldea global.
Las experiencias amorosas de un estereotipo de violador suele ser disímiles. No importa que sean rubias, morochas o colorinas. Lo realmente importante son sus gritos y expresiones de pánico. Eugenio, pensaba en ello: la disparidad de apariencias que se homogeneniza en el miedo. Era esperanzador que el temor de pronto las humanizara y las volviese de carne y hueso. Él era el encargado de destruir las plataformas para admirar tetas y culos, de cortar las extremidades para extremar la humildad de una mujer bella. Trabajaba entre cuatro paredes y su discapacidad motora hacía casi imposible el flirteo con una damisela común. Por esto, los intentos virtuales eran como la pesca de arrastre, una labor bastante productiva pero poco amigable con el ecosistema. Las novias por la web abundaban pero eran más los damnificados por su troleo virtual. Personificaba un antihéroe fuerte, repulsivo y con un leve humor negro que hacía de su metáfora tecleante una figura temida. Por supuesto no había fotografías, ni datos reales.
Eugenio trabajaba diseñando logos en informes por internet para diversas empresas. Una especialidad forjada por el aislamiento forzado y su vocación por la soledad. Un bicho raro que leía el mundo a través de códigos, fórmulas y llamados de su madre. Para él el misterio del amor de pareja estaba más que resuelto. Lo verdaderamente importante era el sexo real, ese frenesí con texturas y olores que logra desconfigurar hasta el más complejo de los sistemas. Claro que de eso, solo rumores de la pornografía. Aprender idiomas, tutoriales de repostería y baile entretenido estaban entre sus mayores pasiones. Una casa solitaria ubicada al borde de la carretera que llevaba a la entrada del sector 5. El espacio perfecto para las más descontroladas rutinas de zumba y el exceso de azúcar. Un bazar de emergencia al final de su cuadra y visitas diarias de un vendedor de pizzas proveían su despensa. Amigos de infancia con algún posteo trimestral y familiares con llamados telefónicos breves adornaban su vida social. No obstante, al otro lado de la pantalla las cosas siempre eran más felices.
Pero salir de la casa era lo primero. Ese día de lluvia inclemente fue el escenario perfecto para el encuentro. La excusa del abrigo y unas enormes botas disimularon su descoordinación al caminar. Un colectivo veloz sirvió de práctica comunicativa. La producción de risas y la mención de temas cotidianos le dieron coraje. Evitó preguntas retóricas, malos entendidos y chistes de doble sentido. La lluvia logró camuflarlo entre los habitantes de la normalidad y por un momento se sintió feliz frente a lo que arrojaba el espejo retrovisor. Se bajó a las  afueras de un departamento. Subió el ascensor y golpeó en el número que ella le indicó. El GPS no fue necesario, el magnetismo sexual los guio. Ambos se sentaron en una mesa y pasaron tres horas de complicidad ininterrumpida.
Las historias de marginación eran finalmente reales. Él arrastrando una discapacidad y ella abusos infantiles. Nacida en un barrio pobre a fines de los ochenta, su padre la comerció para sobrevivir. Amelia se independizó, sus hermanos huyeron de la miseria y su padre sucumbió en la droga. Ella emigró y un oficio errante la llevó a conocer las regiones del país. Los viajes de ella despertaron el ímpetu explorador de Eugenio, desconocido hasta el momento. Por primera vez sintió la euforia del futuro, las mariposas estomacales que le permitirían volar a pesar del daño de sus alas. Esa tarde no hubo pagos. Compenetración con penetración lenta y asistida. Las apariencias no importaban, por fin la pantalla se apagaba para encender los sentidos de ambos. Era momento de salir, de comunicar con el cuerpo, de seguir sobreviviendo a través de una coincidencia ficcional inédita. 

jueves, 17 de marzo de 2016

Bombín García v/s Alvar8 C8rbalán

Un saludo al tercer Reich. Un cabezazo en los labios ensangrentados de tanto besar botas. El encuentro entre Álvaro Corbalán y Joaquín García en la cárcel fue un golpe de suerte. Mantener la memoria activa es una obligación política. Un joven acusado de poner un artefacto explosivo demuestra que no solo es bueno en química. Quizás debió ser más que un cabezazo, quizás debieron sumarse gendarmes, tal vez servirá de prueba para volver a su suite de Penta Peuco. Lo cierto es que la vejez y victimización de Corbalán no borran la historia. De hecho, el golpe y la sangre solo trajo una dulce nostalgia.


domingo, 13 de marzo de 2016

Breve resumen de lecturas marzistas

Unívoco. Una idea en la mente: colgarse de un árbol. Para colgarse de un árbol se debe poner más atención en el árbol que en la cuerda. En una de esas la caída te revienta. Lo importante es la caída, the fallen.
El rumor efervesce por la ciudad, el joven unívoco ha muerto y las ópticas doblan sus ventas. El hombre de la cuerda floja aprendió a volar, dicen en los bazares. Su madre celebra su liberación y el padre enfurecido se esconde entre los asistentes. Lo lloran pero también lo ríen. Se extraña el funeral vikingo. Nadie quiere honrar la memoria del joven. Siempre bailó entre la genialidad y el error pero hoy no hay baile. La ciudad reza en la penumbra porque alguien decidió quemar la ampolleta. Su epitafio merece una novela aparte.

Duodeno. La digestión debe ser lenta. El amor se consume en gotario. Siempre está la posibilidad de sobredosis, de hecho, la sobredosis es la única manera de aprender a querer(se). Ella vino desde lejos, él la recibió. Estoy seguro de que se presentían. Si fuese analista defendería la tesis de la química. Si fuese comentarista hablaría de una buena dupla. Si fuese abogado los declararía culpables de todo cargo: por vencer a las estadísticas, por suspender los prejuicios, por las miradas de ignición. Actualmente viven separados, ella en el norte, él en su pieza. Punto a favor para el calentamiento global.

33 mineros. Salieron de la mina para entrar a un reality y fue en televisión que se culearon al boliviano. Porque cuando se está encerrado, sube la líbido pero la razón se aclara. Es lo único que queda, sobrevivir y conllevar una vida cruel. La crueldad es una buena terapia.

Los 4 jinetes. Voy a asesinar a Dios con la punta de un lápiz. Por lo menos me voy a llevar un ojo. No le saldrá gratis. Tiran un chiste al respecto: "te voy a salpicar los nudillos con sangre". Parece ser una filosofía filosa golpear con las tripas, empapar con el vómito, mear al enemigo. Sobre todo porque los desechos y la sangre abundan en las venas. Sobre todo porque hay que ser proporcionado cuando se pelea para que la bomba no te explote en la cara, para que la toma no se convierta en tomatera. He ahí la importancia del acto de soberanía. El principal armamento que tenemos es el espacio, la memoria del lugar. Con noción de arquitexto, te voy a quemar una iglesia, bastardo ctm!

Cincola. La drogas asen mar a la mente. De todos modos, el control de los impulsos es lo relevante aquí, porque dejar de drogarse no está en los planes del Neoliberalismo. Una amiga realiza una buena reducción al respecto: "necesito subir los niveles de dopamina". Por eso hay que aprender a cuidarse y no seguir vendiéndose al enemigo. La venta no está en discusión, repito. "La educación chilena está generando cada vez más capos de la droga". El que sabe hace clases y el que no consume.

Six Pack. Una vez conocí a un vendedor de merca. No la pateaba y pesaba lo que tenía que pesar para que pasara lo que tenía que pasar. Era un buen negocio sobre todo porque no se consumía su producto. Sí lo probaba. Una no es ninguna y tres son recién un entremés. Es chistoso terminar vendiéndose droga a sí mismo y tratar de estafarse. El límite, pienso, radica en la legalidad y la paranoia del vendedor. Si la mercadería son cervezas en lata, soya, libros, tiza o ideas envasadas hay que preguntar por el peso, la fecha de caducidad y la pena efectiva. Por eso mi amigo ya no vende drogas pero terminó estudiando matemáticas.

Sietemesino. Más wn que paco nuevo. Más wn que las palomas. Esta es la historia de un hombre que se pierde en su soledad, buscándose. Los recovecos de la conciencia son inhabitables, un espacio no apto para arañas de rincón. Lo importante es seguir activo, desbloqueando recuerdos, riéndose de las virtudes de ellos, cooperando con el ego de ellas. Faltaron meses en el período de gestación y faltan palos para el puente. Lo entretenido es seguir a bordo, tener la oportunidad de llegar a la última estación y ver el pánico de quienes se bajan. Salten de la montaña rusa y salgamos del parque de diversiones. La sangre brotará igual pero manchará las manos.

"Durante medio siglo 
La poesía fue 
El paraíso del tonto solemne. 
Hasta que vine yo 
Y me instalé con mi montaña rusa.

Suban, si les parece. 
Claro que yo no respondo si bajan 
Echando sangre por boca y narices"
Nicanor Porro


8 de Marzo. Escribir sobre la mujer con el riesgo de ser castrado. ¿Vulgarizarla para el vulgo o saltarse los problemas de traducción? Mujer, madre y hermana: asesinada por la prensa, violada por controles remotos, prostituida por ideologías. Discriminación positiva en su día, te lo mereces. Aunque yo puedo seguir abriéndote la puerta todo el año, preparándote tecitos para que el útero se desinflame, levantándote para que no caigas más allá del piso. Son detalles, "detallarines" afirmaba una mujer de voz achocolatada. Pero no te olvides de mi pene y de parirme con decisión. No tengo culpa de venir al mundo, no elegí mi país, ni mi sangre. Tú por lo menos te desahogas de ella. Solo espero compañerear tranquilo por la plaza mientras los aviones se caen. En nombre de la muerte, la droga, la violencia y la poesía. Todas palabras de género femenino. 




martes, 16 de febrero de 2016

MOGLI, el niño de la (S)Celda

El marcador de un encuentro en cero. Como dos rivales clásicos en la definición de un campeonato. En este caso la vida, nada menos importante. Un amistoso, al final de cuentas.
Una amistad de cercanos extemporales, un edificio erigido sobre recuerdos aciagos, sobre pesadumbre al fondo de una celda. Quizás imágenes familiares que se heredan como el alcoholismo. O tal vez prácticas comunes de un imperativo llamado posmodernidad. Con soluciones retóricas y actos de violencia inusitados. De sangre y cristales, de calabozos por quemar calabazas. De princesas sin coraje, princhipesas de televisión.
Un trago y una serie de pensamientos deformes que deforman fetos. Fetos, fosas y fasos. Una canción de Arjona decía uno de los comensales. El otro le palmoteaba el hombro, sobrellevando una risa compulsiva, esa risa nerviosa que emerge cuando afloran nuestros miedos. Pensamientos deformes que hacen mutar a la rabia con puntos de inflexión que la amistad logra amortiguar y reducir.
La conclusión del encuentro: muerte a los sapos. Una especie que debe ser exterminada bajo un régimen marcial. El deber de eliminar al esquirol, al soplón después de varios siglos de revoluciones. Crucifiquen a la Espinita en la punta del puño. Al Alcahuete venido a Alcapone, al que canta y sus males no espanta. Resulta estrictamente necesario reventar al lisonjero con pretensiones de poder. Piensa uno. Debemos desollar al que olvida el filtro. Piensa el otro. Un sacrificio animal por el bien de los humanos, por la sobrevivencia de lo que ambos llamaron amistad. En su mente.








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