Adopté una camada de gatos. El patio de mi casa nueva tenías espinos y basura donde parió la mamá. Hace poco me cambié y limpié el patio. La antigua dueña mató unos gatos, según el vecino. Me dijo que compró un ácido y lo echaba en el piso para espantarlos. Una víbora contra unos felinos. Espero que ella se muerda la lengua y desaparezca. Espero que los gatos vuelvan a confiar en las personas. Me gruñen cuando les doy comida o me acerco mucho. Duermen debajo de unas tablas, esperando que vuelva la basura y los tape. Eso no volverá a pasar.
Los
animales se parecen a los alumnos. Suena ofensivo pero no tanto. Son
seres hambrientos, esponjas de sensaciones y experiencias. Gruñen y
vociferan en estampida, se ríen como comadrejas, ensucian donde
comen y algunos se cortejan entre los pasillos. Sin embargo, no creo
que deban perder el instinto, ni los humanos, ni los animales, ni los
alumnos, ni los profesores que habitamos las escuelas de
domesticación.
También
Adopté una camada de estudiantes de primero medio. más bien, un
grupo de alumnos me admitió en su numerosa manada. Y es que yo
también parezco un animal: una lagartija disfrutando del sol seco de
Villa Alemana, un pájaro, un pajarón en bici por Troncos Viejos.
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